Una cartera es un artículo que cada uno de nosotros utiliza a diario. En ella llevamos no sólo dinero en efectivo, sino también tarjetas de pago, documentos o fotos de nuestros seres queridos. Resulta que la historia de este objeto es más larga de lo que podría parecer a primera vista. ¿De dónde viene la cartera tal y como la conocemos hoy?
En la antigüedad
La historia de este pequeño pero tan útil objeto debería comenzar explicando de dónde procede su nombre, o más bien el nombre del monedero, la versión femenina de una cartera, ya que fue el primero en aparecer en la lengua polaca.
La palabra "monedero" en la lengua polaca fue tomada del francés y se formó combinando dos palabras: "porter", que significa "llevar", y "monnaie" - "moneda".
El objeto que es la cartera tiene sus orígenes, como la mayoría de los inventos, obviamente en la antigüedad, concretamente en la antigua Grecia. En aquel entonces, sin embargo, se parecía a una bolsa o pequeño bolso en el que los indigentes, o más bien los pobres, llevaban sus posesiones, incluso comida.
Hacia el siglo VII a.C., cuando aparecieron las monedas en Grecia y el recipiente para ellas era una bolsa, que tenían diferentes formas, tamaños y estaban hechas de distintos materiales. Fue a partir de ahí cuando comenzaron su viaje alrededor del mundo para cambiar con el tiempo y tomar la forma del monedero moderno.
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En el Renacimiento
El antepasado inmediato de la billetera, tal como la conocemos hoy, apareció por primera vez hacia el siglo XVII, poco después de la aparición del papel moneda. El dinero en su nueva forma requería la creación de un objeto con forma y figura adecuadas, ya que las bolsas y zurrones ya no cumplían su función y no eran apropiados para guardar billetes.
Los primeros modelos estaban hechos de piel de vaca o de caballo para proteger mejor el dinero que se guardaba en ellos, que inicialmente no estaban fabricados con materiales duraderos.
Típicamente, las carteras de la época contenían un solo compartimento y un bolsillo adicional en el que el propietario podía colocar su tarjeta de visita para que, en caso de pérdida, quedara claro a quién pertenecía el dinero extraviado.
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Cada vez más modernas
De hecho, en el siglo XIX, las carteras no sólo se utilizaban para guardar dinero. A menudo, sobre todo cuando se viajaba, se escondía en ellas carne seca, por ejemplo. Durante mucho tiempo, las carteras no se llevaban en los bolsillos, sino en el exterior, sujetas al cinturón. Con el tiempo, las carteras incorporaron un bolsillo para guardar monedas, además de un compartimento para el papel moneda.
Con la introducción de las tarjetas de pago y el dinero electrónico, las carteras tuvieron que cambiar un poco su forma. En la década de 1950, tras la introducción de las primeras tarjetas de crédito, empezaron a dividirse en más y más compartimentos, y las propias carteras se hicieron cada vez más pequeñas para poder caber en un bolsillo del pantalón o de la chaqueta.
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